@oslolibros

Entramos a este libro como a una fuente de lava, una que por momentos se manifiesta amable y podemos cruzar nadando de espaldas, de cara a un cielo posible de preguntas y desplazamientos. En cada poema, justo cuando creemos haber alcanzado una certeza de felicidad o breve plenitud, una voz la

desnuda de golpe y cada cosa vuelve a arder, para dejarnos ahí con una mano en el borde y la mirada ensanchada. La voz poética que conocimos potente e inquisidora en Antitierra, el libro anterior de Valeria Tentoni, en Piedras preciosas se vuelve más dark y también más brillante, como un álbum de The Cure, como una bolsa de basura de brillante plástico negro lustroso patín.

Carolina Rack



Mi gato sí


pero vos no

ni cerca

días antes de irme empieza

a enrollarse sobre el lado de la mochila

que después se pegará a mi espalda

como una lengua rasposa

pide

que lo lleve conmigo.

Mi gato sí

pero vos

ni un poco de eso

que le pasa

al gato

–llamémoslo nuestro, pero mío–

cuando se me sube.

Ahhh, cómo te odio.

Pero, en cambio,

pateo al gato.

Piedras preciosas - Valeria Tentoni

$10.000,00

Calculá el costo de envío

Entramos a este libro como a una fuente de lava, una que por momentos se manifiesta amable y podemos cruzar nadando de espaldas, de cara a un cielo posible de preguntas y desplazamientos. En cada poema, justo cuando creemos haber alcanzado una certeza de felicidad o breve plenitud, una voz la

desnuda de golpe y cada cosa vuelve a arder, para dejarnos ahí con una mano en el borde y la mirada ensanchada. La voz poética que conocimos potente e inquisidora en Antitierra, el libro anterior de Valeria Tentoni, en Piedras preciosas se vuelve más dark y también más brillante, como un álbum de The Cure, como una bolsa de basura de brillante plástico negro lustroso patín.

Carolina Rack



Mi gato sí


pero vos no

ni cerca

días antes de irme empieza

a enrollarse sobre el lado de la mochila

que después se pegará a mi espalda

como una lengua rasposa

pide

que lo lleve conmigo.

Mi gato sí

pero vos

ni un poco de eso

que le pasa

al gato

–llamémoslo nuestro, pero mío–

cuando se me sube.

Ahhh, cómo te odio.

Pero, en cambio,

pateo al gato.

Mi carrito