"Fabi avanza sin vacilaciones, anunciando la belleza de todo lo que incluso la hiere o rescata, transformándolo en sorprendente derrotero que aún desconocíamos, pero siempre intuimos en ella guarecido como un tornado de su corazón guerrero, con instantes de éxtasis o dolor que sucesivamente la atraviesan junto al placer incomparable de reír para luego pensar en flores siempre bienvenidas". Fernando Noy, en el prólogo
"Fabi avanza sin vacilaciones, anunciando la belleza de todo lo que incluso la hiere o rescata, transformándolo en sorprendente derrotero que aún desconocíamos, pero siempre intuimos en ella guarecido como un tornado de su corazón guerrero, con instantes de éxtasis o dolor que sucesivamente la atraviesan junto al placer incomparable de reír para luego pensar en flores siempre bienvenidas". Fernando Noy, en el prólogo