Vidal Escabia, el protagonista de esta historia, ha seleccionado setenta y un libros en un cuarto
oscuro de su casa con la idea de escribir un canon desplazado, intempestivo e inactual, disidente de
los oficiales. Cada mañana, elige al azar uno de ellos, y saca a la luz un fragmento con destino al
Canon, pero lo que desentraña su lectura influye en su vida y también en su escritura.
Las sospechas crecen en torno a si el narrador de Canon de cámara oscura es un androide, un
Denver-7 infiltrado entre la gente corriente de Barcelona o si, por el contrario, utiliza el Canon para
dar sentido a su vida ante el amor desorbitado que siente por su hija ausente.
Un Vila-Matas extremo que va más allá en su indagación sobre el sinsentido, el simulacro y la
ficción como extrañas formas de vida, y también en su visión del arte literario como transmisión,
colaboración y modificación de ideas ajenas. Una búsqueda, en definitiva, de un sentido último de la
escritura, al tiempo que explora temas como el doble o la ausencia infinita que dejan aquellos a los
que amamos, «la misma ausencia que Eurídice le dejó a Orfeo y de la que muchos creen que nació
la escritura».
Vidal Escabia, el protagonista de esta historia, ha seleccionado setenta y un libros en un cuarto
oscuro de su casa con la idea de escribir un canon desplazado, intempestivo e inactual, disidente de
los oficiales. Cada mañana, elige al azar uno de ellos, y saca a la luz un fragmento con destino al
Canon, pero lo que desentraña su lectura influye en su vida y también en su escritura.
Las sospechas crecen en torno a si el narrador de Canon de cámara oscura es un androide, un
Denver-7 infiltrado entre la gente corriente de Barcelona o si, por el contrario, utiliza el Canon para
dar sentido a su vida ante el amor desorbitado que siente por su hija ausente.
Un Vila-Matas extremo que va más allá en su indagación sobre el sinsentido, el simulacro y la
ficción como extrañas formas de vida, y también en su visión del arte literario como transmisión,
colaboración y modificación de ideas ajenas. Una búsqueda, en definitiva, de un sentido último de la
escritura, al tiempo que explora temas como el doble o la ausencia infinita que dejan aquellos a los
que amamos, «la misma ausencia que Eurídice le dejó a Orfeo y de la que muchos creen que nació
la escritura».